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Salud Mental, pandemia, trabajo y cuidados colectivos

Compartimos este interesante escrito de ATE Salud Mental que recorre las formas que adquirió el trabajo en la actual coyuntura, en el marco de un sistema de salud con deficiencias de larga data. Asimismo, pone en cuestión las respuestas establecidas a los síntomas provocados por el aislamiento y las modificaciones en el mundo del trabajo. “La crisis nos presenta hoy un desafío enorme de poner en el centro del debate a la salud y el cuidado. Y pensar esto desde una perspectiva de lxs trabajadorxs es también central”, afirman lxs compañerxs.



"Distancias decididas en común no merecen llamarse aislamientos. 

Aislamientos compartimentan soledades, privándolas del don de la proximidad. 

Distancias que cuidan, suspenden contactos, pero no cercanías..."

 Marcelo Percia

A partir de la declaración del Covid19 como pandemia y las consecuentes medidas que se tomaron en nuestro país (cuarentena obligatoria y asumir a la asistencia en salud como tarea esencial) se modificó por completo nuestra vida cotidiana y nuestra labor como trabajadorxs de salud. Las diversas vivencias, aprendizajes y experiencias que representa transitar esta puesta a prueba en la emergencia de un sistema de salud deficitario estructuralmente nos confronta con la necesidad de escribir y registrar las transformaciones que están surgiendo en nuestras condiciones de trabajo y asistencia. 

Como venimos haciendo con otras preguntas que consideramos centrales en nuestra lucha diaria por mejorar nuestro trabajo y nuestros derechos, queremos nuevamente compartir con muchxs otrxs nuestras reflexiones:

¿Cómo atendemos en este contexto? ¿Cómo se transformó la tarea asistencial?

¿Cómo se estructura el sistema de salud en el que se inserta el efector, institución o dispositivo de trabajo? ¿Está preparado para asistir esta pandemia? ¿Cómo se gestionan los cambios que se van produciendo día a día en el proceso de trabajo?, ¿qué participación tienen en esto trabajadorxs y usuarixs? En este marco, ¿cómo nos cuidamos?

  Esta pandemia expone a la vista de todxs –como ya hemos dicho - las injusticias del sistema social en que vivimos, las desigualdades y las políticas que privilegian el mercado antes que la vida; en definitiva, pone en evidencia la lógica del capital que en tiempos “normales” no se ve tan claramente. Los sistemas de salud también han quedado al descubierto con sus falencias y precariedades. Si bien el nuestro ha dado respuestas rápidas y masivas, (por cierta tradición popular de defensa de la salud como derecho) también hemos ratificado una vez más históricas dificultades estructurales del mismo: hospitalocéntrico, con hegemonía biomédica, sin perspectiva integral, precarizado, fragmentado. 

La salud mental, la perspectiva de género y la estrategia de la APS (Atención Primaria de Salud) han quedado a un lado, desestimadas en las medidas tomadas y en el orden de prioridades presupuestarias. Muestra de esto es lo ocurrido en Santa Fe con el bono nacional de $5000, (ver nota al pie*). La atención primaria, la prevención en el territorio y el trabajo comunitario en género y salud mental fueron y son clave siempre. Más aún a la hora de contener los efectos subjetivos de la medida de aislamiento. Sin trabajo territorial se hace imposible, además, externar pacientes de los manicomios y así alargamos y duplicamos el encierro y el riesgo. 

Pero la representación social y científica de “la salud” sigue siendo una cama en el hospital, un respirador, una unidad de terapia intensiva. Esta manera biologicista de entender la pandemia tiene consecuencias en la gestión de las medidas sanitarias y en las condiciones de lxs que trabajan en ella. En el medio, lxs usuarixs, lxs trabajadorxs y nuestra propia salud colectiva.

Si bien lo central es no propagar el virus, creemos que cuidar nuestra salud es mucho más que evitar el contagio del COVID-19. 

No vamos a dar tips ni rutinas (que ya han circulado por montones) acerca de cómo inventar una vida “normal” en cuarentena. Sabemos que la salud mental, que sentirnos bien, es mucho más que un conjunto de conductas ordenadas y repetidas día a día. Lo humano, justamente, es más que todo eso. Lo humano nos corre de adaptaciones “naturales”, de destinos preestablecidos. Tampoco haremos énfasis en recomendar espacios de escucha singular y especializada (oferta que también ha circulado en cantidad). No desestimamos estas iniciativas ni mucho menos el dispositivo psicoanalitico, pero no se trata aquí del tratamiento individual del malestar.

 Nos preguntamos en este contexto por nuestra salud como laburantes, por nuestro sufrimiento por y en el trabajo.

Sabemos también que otra cuestión que ha circulado es la inmensa cantidad de encuestas e investigaciones sobre este tema. En su gran mayoría arrojan como resultados lecturas que conducen a reforzar la perspectiva psicopatologizante de los sujetos afectadxs por la pandemia. Y esto, como sabemos, sirve de antesala para activar la batería farmacológica siempre dispuesta a vender la píldora para calmar los síntomas que ella misma inventa. Con esto no negamos las efectos en las subjetividades: el miedo, la angustia, la ansiedad, la sensación de vacío, etc. existen efectivamente, pero hay algo que es del orden del mundo del trabajo, que es especifico de ese campo y que en el marco de la emergencia éste se reconfigura.

Nuestros mundos del trabajo se transformaron aceleradamente, se modificaron nuestras prácticas y nuestros modos de encontrarnos en la tarea con otrxs y eso tiene consecuencias en el sistema de salud, en los procesos de trabajo, en los colectivos y por supuesto, en cada uno de los sujetos que trabaja. Hay un sufrimiento que es exclusivo del trabajo y hay que comprenderlo y abordarlo desde una dimensión colectiva. La crisis nos presenta hoy un desafío enorme de poner en el centro del debate a la salud y el cuidado. Y pensar esto desde una perspectiva de lxs trabajadorxs es también central.

Para terminar y retomando nuestras preguntas del principio ¿cómo se ha transformado el trabajo? Decimos:

Es preciso situar que el trabajo tiene una materialidad concreta, es una relación social que produce subjetividad y es necesario conectar el sufrimiento subjetivo con el proceso de trabajo y sus múltiples dificultades. Contar con espacios donde elaborar y procesar los cambios, la información, los riesgos, los modos de cuidarse, las normativas y la organización misma del proceso de trabajo es clave. No sólo para hacer mejor la tarea sino para sentirse mejor, acompañadx. Hay q poner a andar la cooperación, la inteligencia colectiva, la creatividad, el ingenio con otrxs, la “socialización de las astucias” (Percia. M). Cuando un equipo funciona como tal y construye acuerdos y confianza el trabajo no es ajeno, el/la trabajador/a se apropia del proceso, del tiempo, y del resultado. Es decir, no le regala su producto al gerente. Un colectivo organizado construye defensas colectivas, q es muy distinto a la defensa en soledad de la que se vale cualquier laburante por el malestar inherente al trabajo.

Entendemos que es muy importante organizarse colectivamente y generar espacios colectivos donde analizar, procesar y elaborar las situaciones que el trabajo concreto plantea.

ATE Salud Mental Rosario


*Nota presentada a las autoridades de Salud de la Provincia de Santa Fe por ATE ROSARIO

A través de la presente nota queremos hacer llegar nuestra inmensa preocupación y malestar por la información que hemos recibido desde las oficinas administrativas de la DPSM acerca de la negativa a gestionar el pago del Bono de $5000 (resolución dictada por el Gobierno Nacional para todxs lxs agentes de salud).  En particular quienes trabajamos en los equipos territoriales de salud mental y hacemos base en los centros de salud no hemos sido incluídxs en las listas efectuadas por cada coordinador/a de Centro de Salud por no tener dependencia administrativa en la Regional Rosario del Ministerio de Salud, afectándonos a todxs lxs trabajadorxs de este dispositivo. 

Parece necesario aclarar que hemos estado desde el inicio de la declaración de la pandemia y continuamos realizando nuestro trabajo formando parte de los equipos de salud, expuestxs a los riesgos de igual manera que otrx trabajador de la salud. Incluso tenemos aún más circulación por las características de nuestro trabajo territorial y por realizar tareas en todos los efectores provinciales del primer nivel de cada distrito. 

A su vez consideramos que no sólo merecemos el debido reconocimiento y cobro del Bono quienes trabajamos en atención primaria, también la inmensa mayoría de trabajadorxs de diferentes dispositivos sustitutivos de la DPSM ya que continuamos trabajando en plena emergencia con los efectos subjetivos del aislamiento  acompañando familias y usuarixs, ofreciendo la contención necesaria, aportando en el armado y fortalecimiento de estrategias solidarias y comunitarias tan necesarias para la subsistencia de los sectores vulnerados con los que trabajamos,  evitando así que se sobrecarguen otros niveles de atención. 

Consideramos de vital importancia que las autoridades que han asumido la defensa del derecho a la salud, y en particular a la salud mental, den inmediata resolciòn a este conflicto debiendo reconocer que nuestras tareas trascienden los muros institucionales y cualquier lectura biologicista.  ¿Quién mejor que quienes dirigen esta DPSM para hacer valer los lineamientos de una salud mental integral y comunitaria como lo indica la Ley?

Esperando una pronta respuesta, saludamos a Ud atentamente.


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