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Celebramos la vida de tres militantes que marcan nuestro camino

Dos son Madres de la Plaza y el tercero es un sacerdote que acompañó a generaciones con su militancia barrial. Sus voces han movilizado miles de vidas y cumplen o cumplirían años los próximos días. Nora Cortiñas, Herminia Severini y Edgardo Montaldo: coherencia, principios, compromiso de lucha por la conquista de derechos, por la memoria y la justicia, por la igualdad social y por la libertad.



Un pañuelo, una madre

Herminia Severini nació un 20 de marzo de 1926, fue enfermera de profesión y le tocó ser delegada de sus compañeros, lo que la llevó al despido y la persecución política en los años más oscuros de la historia de nuestro país, tres diferentes dictaduras. En el transcurso de su vida tuvo dos hijos, Daniel y Adriana Bianchi, secuestrada-desaparecida en 1976.

A partir del secuestro de Adriana comienza su vida como Madre de la Plaza, caracterizada por la búsqueda y la lucha por la memoria y la justicia. Pero antes Herminia ya había sido gremialista –contaba que a los doce años le hizo su primer paro al hermano en el bar familiar por un sueldo digno. También se divorció en una época en la que, aseguraba, el entorno ‘te trataba de puta’ por hacerlo. Estudió enfermería a la par que terminaba los estudios primarios.

Una mujer sin medias tintas, siempre con una palabra directa y emocionante. Alguna vez, hablando de los desaparecidos, aseguró que “luchaban por una sociedad más justa, y los jóvenes no tienen que tener miedo, todos juntos podemos cambiar las cosas...”. Eso decía frente a una multitud en el acto por el 1ro de Mayo en a la empresa Mahle, entonces tomada por los trabajadores, año 2009. “Yo les puedo decir que sufrí siete despidos de los sanatorios privados, con dos criaturas chiquitas. Y aquí estoy acompañando la lucha de todos. Seguro que le vamos a torcer el brazo, solo hay que luchar”.

Herminia tenía fuego en las manos y la voz al hablar. La indignaba toda injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del mundo. Era muy crítica de los dirigentes sindicales que consideraba traidores o tibios. Su autonomía era tan grande que incluso terminó por irse de la agrupación Madres de Plaza 25 de Mayo con la certeza que, más allá de todo, ‘un pañuelo es una Madre y cada Madre es un pañuelo’. Siguió así un camino de militancia intensa y con un ritmo acelerado, mientras el cuerpo se lo permitió. 

“No tengamos miedo, saquémonos el miedo compañeros, no dejemos que nos dividan. Los dirigentes enquistados en el poder son los que nos dividen. Yo me siento orgullosa y muy agradecida y les digo que la lucha continúa junto con todos”, dijo en uno de sus discursos.

Herminia falleció en 2014, y para ella no hubo adiós, escribían en su homenaje militante. Aquello no sería una despedida, sino más bien una bienvenida con la frase que siempre fue su talismán para el cierre en los actos de todas las militancias donde la invitaban, y que en ese momento acompañaron con su nombre: Hasta la victoria siempre, Herminia.

 

El lado Norita de la vida

Norita Cortiñas también está cumpliendo años por estos días. Ella nació un 22 de marzo de 1930, es psicóloga social, militante y defensora de los derechos humanos, y cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, posteriormente llamada Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que este año va a cumplir 45 años de lucha ininterrumpida.

Las madres organizadas comenzaron caminando en ronda por el monolito central de la Plaza de Mayo. Nora, Norita para toda la militancia, cada vez que recuerda aquellos días asegura que “después de la primera ronda no volvieron a ser las mismas nunca más. Ninguna Madre volvió a serlo... Sin embargo, nunca bajamos los brazos. No éramos solo las madres, estaba la familia que nos contenía y protegía.”

Hace 46 años que no encuentra a su hijo Gustavo. Como todas las Madres, nunca busca refugio para ser una testigo muda de su realidad, sino todo lo contrario. Se la puede encontrar siempre en la lucha, en cada movilización donde hay un movimiento organizado de trabajadores, mujeres, estudiantes, desocupados, de todos los que tienen ganas de cambiar su situación, ganas de cambiar la historia.

“Los desaparecidos me enseñaron lo que es el amor expresado en la esperanza de la lucha por la verdad y la justicia”, aseguró alguna vez. Hace muy poco pudimos volver a verla, en una jornada de juicio oral en los tribunales de San Martín en momentos que acompañaba el reclamo por Eva Analía “Higui” de Jesús, acusada de haber asesinado a un hombre para defenderse de un intento de violación correctiva.

Nora Cortiñas aseguró estar conmocionada. “Quiero que sea absuelta ya, sin perder más tiempo. Yo creo que no hay otra cosa”. "Yo hubiera hecho lo mismo y ustedes hubieran hecho lo mismo. Higui no quiso matar a nadie”, insistió la referente de los Derechos Humanos frente a organizaciones feministas y LGBT+. Este jueves por una vez la justicia fue justa e Higui fue absuelta. “Hay que seguir luchando para que esta vida merezca ser vivida”, dice Norita y ella nos guía en ese camino.

 

Mateando entre sueños

El 22 también cumple años uno de los sacerdotes y militantes más reconocidos en los barrios de Rosario, Edgardo Montaldo. Nació en 1930 y fue el hijo mayor de seis hermanos. Llegó a Rosario sin saber que los tres años de práctica salesiana y de magisterio en el colegio San José se iban a extender por toda su vida. Finalmente, pasó más de cuatro décadas en la vicaría del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio Ludueña, trabajando junto a los pobres, asistiendo a madres y a jóvenes en una labor misionera para brindar mejor calidad de vida en la zona más pobre de la ciudad.

Siempre aseguró que no le gustaban los escritorios, porque no lo dejaban estar con las necesidades de la gente y “ en un país superrico en bienes y personas, tenemos que sumar nuestras diferencias”, decía.

Su parroquia fue una manera de canalizar soluciones para innumerable cantidad de familias que lo necesitaban. Y con el paso de los años, nacería la escuela y el comedor y llegarían voluntarios para hacer más llevadera la tarea. Entre ellos, se destacó Claudio “Pocho” Lepratti, militante social y cristiano, que llevó adelante grupos de jóvenes, y que fuese asesinado por la policía en la brutal represión del año 2001.

“Los verdaderos milagros se hacen dando oportunidad a los chicos para que se salven(...) Estamos en el tiempo exacto para diseñar el mundo que queremos”, el Padre Edgardo es un referente para quienes pelean por la igualdad y la justicia social.

Herminia, Norita y Edgardo, los tres, cada uno a su manera, asumieron un compromiso militante que superó sus individualidades en pos de una lucha por un mundo mejor, por un mundo donde quepan todos los mundos. Nosotros, los de ésta época, que levantamos su ejemplo y su bandera, aun nos encontramos en la tarea de descubrir todo lo que han sumado a la historia de tradición y lucha del pueblo trabajador.

Con gran admiración y respeto, les brindamos nuestro homenaje.

 

Equipo de Comunicación ATE Rosario

Fotos:

CTA autónoma Rosario 

Indymedia Argentina

Izquierda Diario

 


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