
El recuerdo de Herminia
Ejemplo imborrable de vida, de lucha y de coherencia, la historia de Herminia Severini estuvo atravesada por el dolor de perder a su hija, de tan solo 21 años, en manos de la dictadura. Pero supo transformar esa herida en una búsqueda incansable por la verdad y la justicia. Madre de la Plaza 25 de Mayo de Rosario, hoy la evocamos por su tenacidad y por la huella que dejó en todos nosotros.
Hija de inmigrantes italianos, penúltima de 16 hermanos, ejerció de enfermera, carrera que terminó siendo madre soltera en una época difícil. Sus compañeros y compañeras de trabajo le delegaron la responsabilidad de ser representante gremial y esto le valió varios despidos durante los peores años de la Argentina.
Tuvo dos hijos, Daniel y Adriana María, profesora de inglés y estudiante de Sistemas, secuestrada en 1977 en la ciudad de Santa Fe. Desde entonces, la vida de Herminia estuvo marcada por la búsqueda y el reclamo de justicia por ella, enfrentándose al silencio y al terror de la dictadura.
Se unió a otras madres para reclamar por sus hijos, y se convirtió en una de las voces más firmes y valientes frente a la dictadura. Herminia fue una de las fundadoras de la Agrupación Madres de la Plaza 25 de Mayo, de Rosario.
Murió un 19 de setiembre de 2014, a los 88 años, después de haber estado internada en el Policlínico Pami II tras sufrir un ACV. Su partida dejó un vacío enorme, pero también un legado que no se borra.
«Esos somos nosotros, los luchadores, que cuando nos ponemos la camiseta de la lucha la defendemos a muerte. Y si tenemos que dar la vida, viejo, la tenemos que dar».
Esta frase la pronunció en la ronda de las asambleas de trabajadores del Lavadero Virasoro, quienes llevaron adelante un conflicto que duró mucho tiempo.
Con sus ideas firmes, su paso cansado y su forma de ser, sostuvo en el tiempo la bandera de la memoria. Siempre se la vió en todas las luchas, en los actos, con un megáfono en la mano, ya fuera en tribunales, en las facultades o en las marchas, siempre acompañando a jóvenes, trabajadores y desocupados. Con su palabra clara, también fue nombrada Docente Honoris Causa por su labor pedagógica entre los jóvenes.
Su legado sigue vivo en cada lucha por los Derechos Humanos, en cada ronda de las Madres, en cada lucha de los trabajadores y de los estudiantes, en cada gesto de quienes entienden que la memoria es una de las formas de la justicia. Herminia Severini fue, es y será símbolo de dignidad y compromiso.
Equipo de Comunicación ATE Rosario