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Pocho Lepratti siempre presente en la memoria y acción de ATE

Su imagen y su vida siempre nos obligan a volver y recordarlo, para mirarnos a nosotros mismos. Un 27 de febrero, nacía en Concepción del Uruguay quien fuera congresal de la CTA,  delegado que reclamó por su derecho al trabajo digno y militante social enorme que desde una de las barriadas más humildes, luchaba para que no se borren de la historia miles de pibes, de miles de trabajadores que atravesaron y atraviesan las situaciones más difíciles. A todos nos marcó con su compromiso y con su lucha: Claudio “Pocho” Lepratti.



Celebramos sus 56 años de vida

Nació un 27 de febrero de 1966 y fue asesinado un 19 de diciembre de 2001 en el barrio Las Flores, mientras desempeñaba su trabajo en la Escuela Primaria Nº756, de la zona sur de la ciudad. Fue un asistente escolar asesinado por una bala policial mientras exigía desde el techo del establecimiento que cesara el fuego. A 20 años de su asesinato, seguimos exigiendo justicia y también celebrando su vida.

“Hoy, como lo ha hecho durante todos estos años, ATE Rosario hace memoria y pide justicia por las víctimas, pero sobretodo recuerda con orgullo y alegría al compañero, al delegado de mate bajo el brazo y charla de ronda de asamblea con todos. Al que puso el cuerpo cuando había que ponerlo”, dice Liliana Leyes, Secretaria de Organización del gremio.

“Pocho estaba en la trinchera, con la participación y organización mediando entre los grupos de compañeras y compañeros. Y más de 20 grupos de jóvenes en los 10 años que vivió en Ludueña, son la prueba de ésto. Fueron muchos los espacios en los que participó y dejó su marca, llegando con su trabajo de hormiga al gremio también, y por eso todavía lo recordamos y saludamos con tanto orgullo. No tenemos que olvidar que al Pocho Lepratti lo mataron en su lugar de trabajo”.

“Hace años que decimos que un delegado no es sólo quien atiende las cuestiones laborales  del sector donde trabaja, esto lo aprendimos junto a Pocho. Él trabajaba con los compañeros desde el corazón, desde el amor, desde la ternura. No lo olvidamos, lo tenemos en la memoria y en la práctica, y se multiplica reivindicando esa figura del delegado”, asegura Liliana.

A Pocho su compromiso lo llevó a encontrar su camino en la educación católica, que abandonó a principios de la década del ’90, cuando asumió la opción de vivir en uno de los barrios más humildes de la ciudad: Ludueña. Allí militó activamente con el Padre Edgardo Montaldo, histórico sacerdote y referente social. En ese barrio se vivieron muchos de los sueños de Claudio, que se ocupó de llevarlos adelante con la constancia y el compromiso que siempre tuvo. Conformó grupos, organizó protestas y reclamó por derechos, “tenemos que lograr un mundo en donde quepan todos los mundos”, sostenía el compañero.

Por aquella época, finales de la década del 90 y principios del nuevo milenio,  también se sumaba a los trabajadores estatales de ATE, haciendo exactamente lo mismo que en el barrio: multiplicando la presencia, la ayuda y la militancia donde se lo necesitaba. “Hoy lo recuerdan los trabajadores asistentes escolares que llevaron adelante más de un mes de acampe frente a la vieja Cocina Centralizada en el 2001. Porque estuvo todos los días con ellos porque era uno más de los que reclamaron contra el cierre de la cocina”, dice Liliana.

“Lo recuerdan sus compañeras y compañeros de la escuela en la zona sur, donde llegaba todas las mañanas en bici, para hacerse cargo de una parte del comedor, y allí es donde cae asesinado”.

Su muerte se dio en medio de una represión feroz desencadenada por las fuerzas de policía del Estado en todo el país. Se trató de las jornadas de rebelión popular y violencia estatal de 19 y 20 de diciembre de 2001. “En la provincia la represión fue feroz, se reprimió en todos los lugares sin miramiento alguno. Pocho reclamaba porque no disparen sobre el comedor de su escuela. Todavía en nuestro país no se cuentan los responsables políticos de aquella matanza”. Algunos ya murieron, como el ex presidente De La Rúa o el ex gobernador Reutemann.

El “cumple-carnaval”

Al año siguiente del asesinato, la humilde casa de Pocho en Ludueña se perfilaba como un Bodegón Cultural con la pibada que había quedado sin su hermano y referente. Habían pasado poco más de dos meses y la respuesta colectiva devino en definición histórica: cada 27 de febrero se celebra el cumpleaños carnaval del Pocho.


El próximo 26 de febrero arrancará el 21º carnaval del Pocho en Ludueña, que se desarrolla como todos los años en la Plaza de Vélez Sarsfield y Liniers. “Carnaval de la intemperie, carnaval de los pueblos y los amores, enraizado en el fuego, el barro y en nuestras memorias colectivas” dicen las organizaciones sociales que llevan adelante el Cumple Carnaval. Se suman talleres de educación popular para grandes y chicos y grupos de jóvenes que siguen, como en los tiempos del Pocho, jugando, cantando con alegría en un rincón de la zona noroeste de la ciudad.


Los organizadores dicen que “20 años pasaron y los corazones y la rebeldía siguen construyendo MEMORIA” y para este año compartieron una frase encontrada en una de las agendas Pocho, que siempre llevaba consigo: “No hay flores, no hay hojas, no hay frutos, sostengamos las raíces”.


“De esta manera el Pocho de Ludueña nos invita a encontrarnos y a seguir construyendo y festejando la alegría de caminar juntas, juntos, juntes, dibujando huellas de barro colectivo”. Son varias generaciones de pibes del barrio, militantes sociales y delegados sindicales que se cuentan entre los recuerdos del Pocho de Ludueña. Que no paran de crecer porque son la respuesta permanentemente a la necesidad misma de multiplicar la vida.

Equipo de Comunicación ATE Rosario

 

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